Perfil: Músico y pianista boliviano nacido en la ciudad de La Paz.
Talentoso por naturaleza y forjado por un empirismo casi inherente a su sangre,
Javier es autor de varios Sound Tracks para
cortos cinemáticos. Fue ganador del Premio Nacional Eduardo Abaroa por su banda
sonoro-musical en la categoría de cortos cinemáticos y creó la música para una trilogía
novelada de Fernando Gil Perez, de título “Arkana”. Asimismo está sumergido en
un trabajo musical que estriba sobre la sensibilidad de la instrumentación y
que marcó su carrera de brillantes trabajos, matizados de nostalgia y
romanticismo. Actualmente, Javier está involucrado en la creación de pistas y
covers de canciones que trabaja con diversos cantantes del medio asiático y
boliviano.
Sus trabajos
Sus trabajos
La entrevista (por Gaburah L. Michel)
A lo largo de mis años como
pianista he conocido múltiples y talentosísimos músicos. Puedo citar entre ellos
a Krauss, Freddy Mendizabal, Silvana Zúñiga, Pablo Huáscar y varios otros de
distintos continentes tales como Lerusya Bugorskaya, Tomas Kreiner o Ernest
Nagi; y de toda esa constelación de genio musical siempre destaqué el trabajo
de Javier Anibarro por su particular sensibilidad para proyectar emociones y
por su capacidad de generar respuestas sensibles en su audiencia –que no es
para nada escasa–.
Hace poco lo cité para hacerle la
entrevista y preguntarle un poco más de su trabajo. Quería que me cuente más de
sus proyectos recientes. Así que nos reunimos en un café, pedimos algo para
tomar y empezamos a conversar con la simpleza que sólo a él puede
caracterizarlo.
Su aspecto tiene un particular
aire de amabilidad. Creo que debido a su profesión de psicólogo se ha visto en
la necesidad de desarrollar un alto índice de empatía. Sus lentes en montura
grande, su enorme frente, su ropa de vida doméstica y esa quasi elegante aunque
doméstica sonrisa realmente lo exhiben como todo un psicoanalista. Gran parte
de la noche me la pasé cotorreando yo a pesar que la entrevista era para él. Es
evidente que es del tipo de sujetos que están muy acostumbrados a escuchar. Recordamos
los viejos tiempos y luego él, casi por sí solo, empezó a hablar un poco más de
su trabajo y su trayectoria.
Siendo un músico con tanta capacidad me sorprendí mucho cuando me dijo que jamás tuvo la necesidad de estudiar en el Conservatorio, creo que ambos estamos de acuerdo en que hay músicos de cepa y músicos de aula. Estuvo un corto tiempo en la Academia de Música Helios y luego cayó en manos de una maestra de piano rusa: “—Se llamaba Irina Pola…, no sé qué, ya no lo recuerdo”, me dijo.
Afirmó, no sin nostalgia en la
mirada, que de quienes más aprendió fue de nuestros maestros de música del
Instituto Americano de La Paz: Waldo Rodríguez y Cipriano Rodríguez. Ambos
fueron iniciadores de varias generaciones de músicos, Javier estuvo entre ellos
y, aún mucho tiempo después que se graduara, seguía visitando regularmente el
colegio para tocar en los pianos, fue así como nos conocimos. Esos pianos,
aunque desafinados, jamás perdieron esa magia adolescente de aprendiz de músico,
sólo Afrodita sabe cuántas pasiones encontradas presenciaron aquellos viejos instrumentos
a lo largo de sus décadas en el colegio.
Al hablar de sus tendencias en la
música Javier volvió a sorprenderme. Yo lo creía de esa clase de fanáticos freaks que se obsesionan con Mozart,
Chopin y Bach; pero en lugar de ello me dijo que sentía mayor preferencia por Gustav
Mahler. Y aún más bizarro fue cuando me dijo que aquellos que marcaron su
trabajo fueron autores under como
Nobuo Tsemaru y Yasumori Getsuga. Incluso me habló de una gran influencia de
Armando Manzanero, Scoth Choplin y Evanescence. Aquello confirmaba lo que, a
priori, ya sabía: Javier es del género de músicos no convencionales.
“—Tenía 17 años cuando hice mi
primera composición, aunque no era una composición en realidad —se acomodó los
lentes—, lo que hacía era agregar compases a trabajos ya creados. Fue así como
empecé a componer”, aunque no textual, pero eso fue lo que me dijo cuando le
pregunté desde cuándo componía. Sin duda Javier resultó ser un muchacho muy
recursivo y con mucho oído, elementos indispensables para un compositor. Su
afición los Sound tracks de animé y
juegos de video terminaron de forjar su carácter musical. Él afirma que
aprendió mucho escuchando bandas musicales y sonoras de juegos y animaciones
asiáticas; lo entiendo bien, yo mismo me forjé de ese modo.
Mi refresco y su café-latte casi se habían terminado, y
nuestra entrevista también. En ese último instante me contó un poco de sus
vivencias a lo largo de su carrera. Dijo, no sin convicción, que la gente
parece más asequible a la música triste, dramática y nostálgica. No podría
contradecir eso de forma alguna. A él le sorprende que las personas sean tan
adictas a la depresión, pero las justifica concluyendo en que todos necesitamos
una catarsis, y muchos necesitan llorar para descargar las presiones de la vida
que, lo sigo afirmando, no es ningún jardín de niños. A Javier le gusta llegar
a los sentimientos de las personas y cuantificar la variedad de sensaciones que
sus trabajos despiertan en las personas. Y en verdad tiene modos de lograr su
objetivo. Su manera de componer realmente está dirigida a los corazones y las
emociones. No imagino a Javier componiendo una tonada de Heavy Metal, aunque es
muy capaz de hacerlo. Algunos de los temas que me citó fueron “A Breeze of
Reminiscence”, que es su favorita, “Through Aurora’s Eyes”, que es mi favorita,
y “A Hero’s Soul”, que salió para un corto cinemático. Estos temas son parte de
su primer álbum que está disponible de forma gratuita en la red.
Antes de finalizar nuestra
entrevista yo le pedí a Javier crear el tema de cierre para un álbum de una de
mis novelas: “Días sin Luz”. Me imagino que está no será la primera vez que
hagamos un trabajo juntos.
Tomamos un taxi en medio de la
intensa lluvia nocturna que caía sobre la ciudad de La Paz, hablando de fobias
y otros bichos. Cuando llegué a mi casa pensé que había logrado una de las
mejores entrevistas del blog y me alegra
habérsela realizado a un buen músico y amigo; un pianista que enlisto entre mis
favoritos junto a Yanni, Yoshiki, D.C.K., Lerusya B., Vangelis y varios otros.