jueves, 29 de mayo de 2025

Un mensaje en una botella arrojada al mar

 

Si dijese que finalmente terminó dándose un final obvio ante la crónica de una vida sesgada, estaría siendo muy indulgente con mis días pasados. Este espacio ha tenido muchos tintes y colores a lo largo de los años. Existe desde el 2008 y en ese tiempo, el Círculo de Amatista fue una cosa u otra. Hoy es, además de un empredimiento editorial, la botella que lanzo al mar con un mensaje que no busca lector alguno.

Ciertamente no espero ser leído y no por una voluntad kafkiana respecto al oficio de las letras, sino porque entendí el desajuste existente entre la posmodernidad presente, y la reflexión cruda. Y yo sé que en el pasado, este estuvo repleto de entradas conspiranoicas de OVNIS y Nazis, entre otras cosas aún más exóticas. Pero todo ello es un pasado del cual aprendí lo suficiente como para no volver a cometer los mismos errores. 

Lo cierto es que tengo plena consciencia y seguridad sobre mis días contados, voy a morir tarde o temprano y, fracamente, espero ese día con mucha ilusión. Cuando finalmente haya expirado de este mundo, nadie extrañará mi partida más allá de un velorio y un funeral. Y eso es realmente bueno, no quiero el luto de nadie. Pero quien se sorprenda de mi modo, día y lugar de muerte, será porque no me conocía lo suficiente. Anhelo la muerte, la deseo casi eróticamente, así como Thanos y Deadpool la desean. ¿O no? Qué carajos estoy diciendo. Solo quiero morir pronto, pero eso es un eufemismo de lujo para reducir el dolor de una lucidez filosófica terrible y siniestra. 

La verdad es que no tengo la verdad, solo tengo mi experiencia sentida, mis cognisciones y discernimientos. Y en medio de todo ello, mi deseo de dejar un mensaje que perdure al menos un poco más que mi corporalidad terrena. El día que ya no esté en este mundo, quizá los bisnietos de mis sobrinos visiten estos párrafos y entiendan porqué su tío abuelo había decidido morir con tanta determinación. Aunque ese día, el de mi abandono de la vida, a la fecha de publicar la presente entrada, aún no está tan próximo como desearía.

Sea como fuere, este será el testimonio de un sistema filosófico que he logrado hilvanar tras años del más inenarrable sufrimiento. Y a lo largo del tiempo y las entradas de blog que publique, iré explicando aquello que me llevó a decidir morir y cómo la realidad es reductible a factores lógicos que dan una sola posible conclusión: la existencia es una tragedia que dura solo mientras uno está vivo, en la muerte espera el descanso de la nada.

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