- Falta de lógica efecto-causal: Políticas como la carretera del TIPNIS ignoraron las consecuencias ecológicas y sociales a largo plazo, priorizando beneficios inmediatos para sectores cocaleros (Web:1).
- Ausencia de dialéctica racional: La imposición de una narrativa aymaro-céntrica excluyó a otros pueblos, rompiendo el diálogo plurinacional prometido en la Constitución de 2009 (Web:5).
- Pobre gestión emocional: La retórica de reivindicación aymara canalizó emociones de resentimiento colonial para cooptar el poder, pero no las gestionó de manera inclusiva, generando polarización entre tierras altas y bajas (Web:6).
- Incoherencia entre decir, pensar y hacer: El discurso plurinacional contrastó con prácticas excluyentes, como la represión de protestas indígenas y la manipulación del Tribunal Constitucional para permitir reelecciones en 2017 (Web:5).
- Ignora las consecuencias a largo plazo (por ejemplo, el contrabando debilita la economía formal, agravando la crisis de 2025) (Web:2).
- Sustituye la dialéctica racional por intereses particulares, ya sean comunales o individuales.
- Canaliza emociones (solidaridad comunal o egoísmo) sin integrarlas en un proyecto colectivo racional y estructurado.
- Genera incoherencia entre el discurso de moralidad (plurinacionalidad, progreso) y las prácticas corruptas.
- Alanoca, M. (2021). Reinos Aymara en Bolivia. ClubEnsayos.
- Cioran, E. M. (1973). De l’inconvénient d’être né. Paris: Gallimard.
- Foucault, M. (1975). Surveiller et punir: Naissance de la prison. Paris: Gallimard.
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- Makaran-Kubis, G. (2009). El nacionalismo étnico en los Andes: el caso de los aymaras bolivianos. Latinoamérica. Revista de Estudios Latinoamericanos, (49), 35-78.
- Sartre, J. P. (1943). L’Être et le Néant. Paris: Gallimard.
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- Zalles Cueto, A. (2018). La cuestión aymara en Bolivia. Academia.edu.
- Web:1. (2025). Socialistas de Bolivia pierden el apoyo de los aymara, su histórica base electoral. El Destape. Disponible en: https://www.eldestapeweb.com/informacion-general/indigena/socialistas-de-bolivia-pierden-el-apoyo-de-los-aymara-su-historica-base-electoral-20258784717.
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IntroducciónLa civilización boliviana, en el contexto de las elecciones generales de 2025, enfrenta una crisis estructural que se manifiesta en su incapacidad para construir un Estado-nación funcional, cohesivo, coherente y racional. Esta crisis, según la hipótesis aquí desarrollada, tiene su raíz en lo que denominaremos el "problema aymara": una cosmovisión histórica, cultural y antropológica condicionada por el aislamiento geográfico, la ausencia de escritura y una moral ambigua basada en su valor de uso maleable, que genera una irracionalidad estructural incompatible con la gobernanza de un país multiétnico. Desde la perspectiva del materialismo crítico existencial, que define la racionalidad como una existencia lúcida basada en la lógica efecto-causal, la dialéctica racional, la gestión emocional y la coherencia entre decir, pensar y hacer, la hegemonía aymara, consolidada bajo el Movimiento al Socialismo (MAS) de Evo Morales, ha exacerbado esta irracionalidad, conduciendo a un fracaso filosófico, político, ontológico y axiológico. Este ensayo examina el devenir histórico aymara, su moral flexible como una adaptación a su contexto, la fenomenología de la corrupción, y las tensiones internas y externas que culminaron en el declive del MAS en 2025, respondiendo también a posibles objeciones desde perspectivas socialistas, marxistas e indigenistas. Si la historia boliviana es un "Isekai", los aymaras han jugado el rol protagónico en su devenir, mientras que otros grupos, como los quechuas, los pueblos de tierras bajas o las élites no aymaras, son satélites o co-protagonistas de orden menor (Layme Pairumani, 2016; Makaran-Kubis, 2009).1. El Devenir Histórico Aymara: Aislamiento, Fragmentación y CortoplacismoLa civilización aymara, arraigada en el altiplano andino, se desarrolló en un contexto geográfico hostil que moldeó su organización social y cosmovisión. Antes de la conquista incaica en el siglo XV, los aymaras estaban organizados en señoríos independientes, como los collas y lupacas, que competían por recursos y territorio en torno al lago Titicaca (Alanoca, 2021). La ausencia de escritura limitó el desarrollo de una cultura abstracta compleja, restringiendo la planificación a corto plazo (lustros, no siglos) y priorizando la subsistencia comunal sobre proyectos de largo alcance (Makaran-Kubis, 2009). La conquista incaica subordinó a los aymaras mediante la imposición de mitimaes, y la colonización española en el siglo XVI destruyó sus estructuras políticas, generando un trauma histórico que alimentó un resentimiento hacia lo occidental (Zalles Cueto, 2018). Este resentimiento, sin embargo, no se tradujo en una visión unificada, sino en una fragmentación persistente, visible en las tensiones entre ayllus y, más recientemente, entre sectores aymaras como los cocaleros del Chapare y los de las 20 provincias de La Paz, representados por el Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyu (CONAMAQ) (Web:12).Durante las guerras de independencia (1809-1825), los aymaras se dividieron entre realistas e independentistas, reflejando su territorialidad y falta de cohesión estratégica, una característica común a su naturaleza humana, profundamente jerárquica y territorial (Layme Pairumani, 2016). En la era republicana (1825-2003), la marginación estatal reforzó su aislamiento, mientras que el neoliberalismo de los años 1980 y 1990 los desplazó hacia economías informales, como el cultivo de coca en el Chapare, exacerbando su fragmentación y cortoplacismo. Este devenir histórico culminó en el ascenso del MAS en 2005, liderado por Evo Morales, un aymara cocalero, que prometió un Estado plurinacional pero, según la hipótesis, instauró un "Estado aymara" de facto, incapaz de integrar la diversidad boliviana. El rol protagónico de los aymaras en la historia del país es innegable, siendo la columna vertebral en conflictos como la Guerra del Chaco (1932-1935) y las guerras de independencia, un papel no casual, sino resultado de su peso demográfico (aproximadamente 20% de la población boliviana) y su centralidad en los eventos históricos de Bolivia (Layme Pairumani, 2016).2. La Hegemonía Aymara y el Fracaso del Estado PlurinacionalEl proyecto del MAS, consolidado tras la elección de Morales en 2006, se presentó como una revolución plurinacional para revertir siglos de exclusión indígena. Sin embargo, esta hipótesis sostiene que reflejó una hegemonía aymara que priorizó los intereses de las tierras altas (aymaras y quechuas, que juntos representan el 69.5% de la población indígena) sobre los de otros pueblos, como los guaraníes o moxeños de tierras bajas (Web:1). El conflicto del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS) en 2011, donde el MAS impulsó una carretera extractivista a pesar de la oposición de indígenas amazónicos, ilustra esta exclusión, rompiendo el Pacto de Unidad con organizaciones como la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (CIDOB) (Web:1). La disidencia de CONAMAQ, que criticó la centralización cocalera-aymara, evidencia la incapacidad de la cosmovisión aymara para administrar un territorio vasto y multiétnico, reflejando su naturaleza territorial y jerárquica, común a toda la humanidad pero exacerbada en el contexto andino (Web:6; Web:12).Desde el materialismo crítico existencial, el "Estado aymara" del MAS fue irracional porque: