Una mirada a la "nación" Supernova (Por Gaburah Lycanon Michel)
Es
bastante curioso asumir que en Bolivia se escribe bastante en comparación a lo
poco que se lee. Podría decir, sin ánimos de ofender, que la lengua castellana
alberga alguna clase de maldición patrocinada por la ignorancia de los pueblos.
Del 100% de hablantes de la lengua española, no más del 50% tiene hábito asiduo
de lectura en comparación a los hablantes de lengua alemana (muchos menos pero
más lectores), la lengua francesa, la lengua japonesa o inglesa. ¿Está el
español maldito? No, es una cuestión cultural. América Latina y España son
reductos de una cultura literaria vieja y rica cuyas sociedades no le dan el
valor que tiene. Mi editor suele decir: “si no tienes necesidad de leer,
entonces no leas”. Desde luego, yo discrepo categóricamente con tal afirmación,
pero no niego que algo de cierto hay en ella. Sin embargo, la literatura
castellana sigue avanzando y en Bolivia lo hace a un ritmo frenético. —No
mencionaré la cantidad de grandiosos títulos escritos en francés o inglés que
jamás se traducen al español—.
En un
sentido estrictamente cuantitativo, el corazón geográfico de Bolivia ha
empezado a mostrar grandes avances literarios en los últimos diez años. Nombres
como el de Edmundo Paz Soldán o Iván Prado Sejas ya tienen bastante tiempo
escribiendo desde una raíz arquetípica cochabambina —Cochabamba, región del
centro de Bolivia—, y en la década reciente han empezado a emerger nuevos
autores con ideas, también, innovadoras. Llamados por la localía y la
camaradería, los escritores cochabambinos tomaron la determinación de
confederarse bajo un pseudónimo grupal que poco a poco está escalando. El nuevo
colectivo recibe el nombre de “Supernova”.
Supernova
es una sociedad de escritores bolivianos que han enfocado todos sus esfuerzos a
la narrativa de fantasía, terror y ciencia ficción. Está compuesta por siete autores
de géneros diversos cuya concepción literaria puede vislumbrarse en la primera
antología de cuentos de la agrupación:
Vanessa Giacoman Landívar: Nacida en Cochabamba.
Licenciada en lingüística. Ganadora del Laurel de Oro 2012, Mención de honor
del concurso Plurinacional de cuento Adela Zamudio 2014. Se hizo de lectoría
con obras como “Luznar, el viaje misterioso”, novela infantil de fantasía; o “Sombras
siniestras” y “Antología de la sombras”, textos que se internan en las
oscuridades del terror. El trabajo de Vanessa explora ideas y situaciones
imbricadas de fenómenos sobrenaturales y místicos que vierten sus concepciones
de la existencia con el uso de un lenguaje claro y ágil. La locura de Giacoman
la hace más cuerda que muchos, desde mi ver; y es por esa razón que su
narrativa trata de hacer evidente aquello que a los ojos de los demás parece
esconderse —no, no hablo de una ontología axiomática ni mucho menos, sino del
valor mismo de las cosas—. Realiza obras de voluntariado para niños y jóvenes,
incentivándolos a escribir y leer.
Gonzalo Montero Lara “G-MON”: Nacido en Cochabamba.
Escritor, poeta, comunicador social, humorista, médico familiar y del deporte. Es
autor de textos como “Pétalos de sangre”, “Huellas de Luna”, “El misterio de
las Tres Tetillas” o “Viaje al fondo del bar”. Este pintoresco personaje
asemeja más a un alienígena infiltrado y registrado por los Men in Black. Durante la presentación de
la antología de Supernova no me habría extrañado ver a Will Smith (J) y Tomy
Lee Jhones (K), viniendo por G-MON debido a un trámite de migración de su
planeta. Su obra, al igual que él mismo, es una mirada a las posibilidades de
otros mundos, otros universos y otras realidades.
Dennis Morales Iriarte: Nacido en
Cochabamba. Biólogo, músico e ilustrador. Es autor de obras como “Venus
Reluciente”, “Nova”, “La Senda del Kharisiri” y “Waka–Waka”. Su obra, en lo
personal mi favorita en la antología de Supernova, es una mirada sociológica de
egrégoros alienígenas y hasta informáticos. Por su forma de narrar y la
orientación que le da a su narrativa tiene, a mi ver, una extraordinaria
semejanza con Jack Vance (etnólogo alienígena). Dennis sabe, o parece saber, la
manera en que las sociedades de otros mundos construyen sus vidas. En esa
óptica muestra al ser humano como una especie más entre las millones que pueden
estar habitando el universo en este momento, y no solo en mundos lejanos, sino
incluso en el nuestro. Después de todo, quién dice que la inteligencia
artificial de la red informática no ha cobrado ya vida propia. Para más
detalles, tendré una cita con Skynet en
la Matrix.
Iván Prado Sejas: Nacido en Cochabamba.
Escritor y psicólogo. Es autor de obras como “Amazonas, poder y gloria”, “Crepúsculo
en la noche de los tiempos”, “Samaypata” y “Hananpacha”. Iván hace ya tiempo
que viene siendo leído, por lo que sus años de trabajo valieron como cimiento
para el grupo Supernova. Su obra explora la cosmogonía andina, imbricada de la gnosis
ancestral, pero llevando la mitología a un nivel totalmente sobrenatural y
fantástico. No hablo de elegías épicas, como “La Ilíada” o “La Odisea”, sino de
una manera narrativa totalmente fluida. No es prosa poética la de Iván Prado,
sino una exploración profunda a las bases del mito andino en un lenguaje contemporáneo.
Todo ello en su aspecto cósmico, sobrenatural y místico.
Ronald Rodríguez Gonzales: Nacido en
Cochabamba. Magister en derecho de la empresa, músico y escritor. Premio nacional
de Literatura 2011. Coordinador de Supernova. Es autor de “Bolivia urgente” e “Hyperrealidad:
El evangelio de las profundidades”. Y siendo que esta página es sobre Sabiduría
Hiperbórea, puedo afirmar que el más hiperbóreo de todos los integrantes de
Supernova es, sin duda, Ronald. Su obra es capaz de identificar la Maya ilusoria de la realidad, internándose
en la mentira del Demiurgo y denunciando, conscientemente o no, la posibilidad
de fuga del Mundo Material y de las Formas Creadas. No creo que Ronald haya estado en contacto
con la Gnosis de Nimrod de Rosario, el Misterio de Belicena Villca ni nada
referido a la Sabiduría Hiperbórea; pero su trabajo me da fe que lleva un
Espíritu con afinidad hiperbórea. Debido a ello es que su narrativa logre,
desde la ciencia ficción, ver “más allá” de la matrix. En su trabajo, lleno de simbolismo, explora un género que migra
del cyberpunk al cybergrind.
Miguel Sequeiros Cardozo: Nacido en La
Paz. Administrador de empresas, escritor y, por lo que vi, aventurero. Es autor
de obras como “Sombras Siniestras”, “La eternidad del último abrazo”, “Sanguinum”
e “In Memoriam”. Tanto como compilador como autor, Miguel ha decidido ver cara
a cara las sombras de la maldad y el pánico. Lo suyo es el terror y logró
identificar en dónde se esconden los infernales elementales que aterrorizan el
alma de los bolivianos. Desde las minas de Potosí, Sequeiros nos trae un relato
brutal y macabro en la antología de Supernova; un texto que enfrenta al lector
con la perversión, la sangre y la muerte. Pero más aún, con ese dios, ese
Demiurgo, ese Jehovah-Satanás al que llaman “el Tío”. Un ser, o la faz de uno,
que vive en las minas bolivianas y que exige sangre, sacrificio y perdición
para dar veta. Es, sin duda, un relato con dejos hiperbóreos y con un matiz
escalofriante.
Ana Triveño Gutiérrez: Nacida en
Cochabamba. Licenciada en Comunicación Social y escritora. Es la autora más
prolífica de Supernova —y no es exagerar—. Lleva varios títulos publicados
hasta ahora, tales como “La Luna de Apolo”, “Cazador de Sombras”, “La Muerte
quiere morir”, “Sibelle para Benjamín”, “Canciones del corazón mojado” o “Recuerdos
del corazón perdido”. Su narrativa explora las posibilidades de situaciones
fantásticas que, a su vez, se inundan de misterio. Y si de misterio debo
hablar, su relato para la antología de Supernova abunda de enigmas. Lleva al
lector hasta las redes sociales —Facebook, estúpido Facebook—, y a la vida de
una muchacha normal, común y corriente que es acosada por entidades no tan
comunes ni corrientes. El mundo informático de Ana parece estar lleno de seres
que desean abandonar la matrix cibernética
para venir a la matrix realmente
material (la nuestra). ¿Para qué? Eso solo Triveño lo sabe.
Estos
autores, los reseñados en el presente artículo, han sido parte de la Antología
de Narrativa Fantástica y de Ciencia Ficción de Supernova. Son los miembros de
una nación, un egrégoro, un colectivo que está rastreando a otros autores
bolivianos que se ven en las tormentosas aguas de las letras. Un mundo
literario cuya rosa náutica apunta al norte del costumbrismo criollo, la
realidad cruda, el día a día y la desgracia pintoresca de la vida. Un mar donde
lo doméstico es lo natural, y donde el terror, la fantasía y la ciencia ficción
se están abriendo paso a la fuerza. Desde luego, ninguno de estos géneros es
nuevo ni mucho menos. En otras latitudes, la fantasía, el terror y la ciencia
ficción es lo que en Bolivia el costumbrismo criollo. Mientras los bolivianos
tenemos a un Augusto Céspedes o a un Franz Tamayo, los franceses tienen a un
Jules Verne o los greengos a un Edgar
Allan Poe. Pero en un sentido estrictamente local, los géneros emergentes bolivianos
son, lo que en otros países, tradición de fuerza inculcada por la necesidad de
ver “más allá”. No es que me “avergüencen mis polleras”, pero, es decir,
¡carajo! —valga el epíteto—, ya era hora que los bolivianos seamos más que
cholazos y nos convirtamos en alienígenas, fantasmas, demonios, entidades
informáticas o dragones.
Solo para
concluir, un brindis para los escritores que “las tienen bien puestas” y
apuestan por lo nuevo. Esperemos que Supernova crezca, avance, mute, evolucione
y siga realizando aportes valiosos que llenen las venas literarias (abiertas o
no) de Bolivia con esa nueva sangre fantástica, terrorífica y ficcional.
Excelente artículo, muchas gracias por la atención dedicada, Gabo. Tu análisis me gustó mucho, espero que pronto te veamos pronto. Saludos!
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