Following the recent downing of a Russian military jet by Turkish forces somewhere along the border of Syria and Turkey, both nations offered very different accounts of what happened. Two astrophysicists at the Belgian university KU Leuven have used simple Newtonian mechanics to show why both countries’ accounts cannot possibly be correct.
Last week, a Russian military jet was shot down by Turkey, who claims that it violated their airspace for 17 seconds, and ignored 10 warnings in the space of five minutes. Russia claims that it was shot down over Syrian airspace, and that it never violated Turkish territory. Two Belgian researchers decided to review the video footage of the incident to try and ascertain which account is more accurate.
When the first jet is hit, it begins tumbling to the ground, falling for 30 seconds before it impacts the hillside. Assuming the pilot lost control of the plane immediately, the downwards movement is only dependent on gravitational acceleration. Backtracking this acceleration downwards, they calculated that the plane was traveling at a height of 4,500 meters (14,800 feet) when it was hit – roughly consistent with Turkish accounts at this point.
Turkey claimed a specific crash site, 8 kilometers (5 miles) from where it was hit. This means that it must have been traveling at an initial speed of 980 kilometers per hour (610 miles per hour). Turkish officials say that the jet was traveling through 2 kilometers (1.24 miles) of Turkish airspace for 17 seconds.
At this speed, however, it would have only taken seven seconds. In addition to this, if the jet was traveling at that speed, it would cover a distance of 80 kilometers (50 miles) in five minutes – making the Turkish military’s statement of “ten warnings in five minutes” seem highly implausible; the warnings could not have all fitted into just seven seconds. The warnings made would therefore have been based on mere speculation as to whether or not the plane was crossing the border.
Image credit: An airstrike on Kobane, a town close to the Syrian-Turkish border. Orlok/Shutterstock
Although this makes the Turkish claims fairly suspicious, the Russian claims are also quite dubious, according to the researchers. The Russian map that apparently shows the jet not violating Turkish airspace at all shows that it changed course by 90 degrees when it was hit by the missile. “A change of course of 90 degrees can only be achieved with an object that’s many times heavier or faster than the jet,” the physicists note on their blog.
A surface-to-air missile would not have caused this to happen, implying the 90-degree turn was caused by the pilot’s own maneuvering. Therefore, despite Russia’s claims to the contrary, the jet was likely not actively avoiding Turkish territory.
So, according to science, both Turkey and Russia are, to some degree, contriving falsehoods.
Nikola Tesla fue una de las mentes más brillantes de principios del siglo XX. Sin embargo, su legado nunca ha sido tan reconocido como ahora, cien años después. Además de enseñarnos a dominar la corriente alterna y de los inventos que descubrió antes que nadie, Tesla nos dejó multitud de predicciones que hoy siguen sorprendiendo.
El 30 de enero de 1926, el periodista John B. Kennedyentrevistóa Nikola para el programa de radio The Collier Hour. En un momento de la entrevista, el inventor predijo con una precisión asombrosa el smartphone actual:
“Cuando consigamos aplicar a la perfección la tecnología inalámbrica, toda la Tierra se convertirá en un enorme cerebro (…) Vamos a ser capaces de comunicarnos entre nosotros al instante, sin importar la distancia. No sólo eso: a través de la televisión y la telefonía vamos a poder vernos y escucharnos los unos a los otros tan perfectamente como si fuera cara a cara, aunque intervenga una distancia de miles de kilómetros. Y los instrumentos a través de los cuales podremos hacer esto serán increíblemente sencillos en comparación con nuestro teléfono actual. Un hombre podrá llevar uno en el bolsillo del chaleco”.
Por increíble que parezca, la cita es auténtica. Viene recogida en el libro Lightning in his hand: The life story of Nikola Tesla, una biografía publicada en 1964 (época en la que, evidentemente, tampoco existían los smartphones).
En la misma entrevista, Tesla habló sobre igualdad de género:
“Esta lucha de la hembra humana por la igualdad de género terminará con un nuevo orden sexual, con la hembra como superior. No será a través de la imitación física de los hombres como las mujeres conseguirán primero la igualdad y luego la superioridad, sino con el despertar de la inteligencia de la mujer”
Ah, si hubiéramos conocido esta palabra hace unos años, en el momento álgido de la crisis y los escándalos económicos. Este insulto era habitual en la Edad Media, cuando los cambistas solían limar un poco el canto de las monedas y acababan juntando unos cuantos kilos de oro o plata. Llamar raspamonedas a alguien es decir que es un ladrón. De guante blanco, eso sí.
2. Tragavirotes.
Las palabras compuestas son perfectas para el insulto y por eso forman el grueso de esta lista. Son sonoras y muy visuales, y dejan al insultador mucho más satisfecho. ¿Quedarte en llamar a alguien “estirado” cuando puedes decir “tragavirotes”? ¡Nunca más! En la RAE todavía aparece la palabra, pero está claramente en desuso. No lo estaba en 1611, cuando aparecía definida en el Tesoro de la Lengua de Covarrubias como “los hombres muy derechos y muy severos, con una gravedad necia, que no les compete a su calidad”.
3. Lechuguino.
También continúa en el Diccionario de la RAE, aunque no se use tanto como en el siglo XIX y a principios del XX. ¿A quién podemos llamar “lechuguino”? A cualquier muchacho joven e imberbe que empieza a intentar seducir a mujeres hechas y derechas fingiendo ser mayor de lo que es. Pero no se lo llames a la cara al pobre, seguro que destrozas su todavía joven y delicado ego.
4. Zurumbático.
“Crónica del rey pasmado” es un gran título para un libro (y posterior película), pero podría haber sido todavía mejor: “Crónica del rey zurumbático”. El término, todavía recogido en el Diccionario de la RAE, proviene del portugués soombra< sorumbático, equivalente a “asombrado”. Eso sí, más en su acepción de persona con mala sombra y temperamento sombrío. Claro que hasta el más melancólico y pesimista tendría que esbozar una pequeña sonrisa al escuchar que alguien le llama “zurumbático”.
5. Trapisondista.
Dice la RAE que un trapisondista es una persona que “arma trapisondas o anda en ellas”. ¿Sigues igual? Quizá no hayas leído suficientes novelas de caballerías y desconozcas el Imperio de Trapisonda, en Asia Menor, que existió de verdad y fue luego absorbido por los turcos, y del que Don Quijote llegó a imaginar que lo coronaban emperador. Las trapisondas son las hazañas inútiles y los trapisondistas los enredadores, los que se meten en líos casi imaginados de los que no sacan más que otros problemas.
6. Pisaverde.
La forma clásica de referirse a los metrosexuales, aunque en este caso además de preocuparse por su acicalado personal son conocidos por la superficialidad de su carácter, por interesarse solo por los galanteos y por afectar elegancia. Por supuesto, normalmente carecen de fortuna. Covarrubias en el Tesoro de la Lengua (1611) explica de dónde sale el término: “La metáfora está tomada del que atraviesa en algún jardín (…) que por no hoxxar los lazos va pisando de puntillas”.
7. Badulaque.
Aunque ahora relacionemos la palabra badulaque con la tienda de Apu en los Simpson, el significado real, todavía recogido por la RAE, es “persona necia, inconsistente” o “impuntual en el cumplimiento de sus compromisos”. Lo que no está tan claro es cómo se pasó de la primera acepción de la palabra, el afeite que usaban las mujeres en la cara, al insulto (que todavía se usa con distintas acepciones en Argentina, Chile y Ecuador).
8. Ser de la cáscara amarga.
Esta expresión ha pasado por varios significados, así que podemos escoger el que más nos guste: los de la cáscara amarga eran en el siglo XVIII, según el Diccionario de Autoridades, “hombres traviessos y valentones, que presumen de pendencieros y alentados”. A partir del siglo XIX empezó a utilizarse para referirse, de forma peyorativa, a los progresistas, a esa gente de vida licenciosa que se pasa el día discutiendo ideas sin sacar mucho en claro.
9. Estafermo.
Los estafermos son pasmarotes constantes, personas “paradas y como embobadas y sin acción”, según la RAE. Aunque literalmente se esté diciendo que esas personas “están firmes” (viene del italiano “stá fermo”), en realidad se les está comparando con lo que en el siglo XVII eran los estafermos: una figura de un hombre armado, espetado en un mástil, al que en las carreras se le golpeaba para que girase y diese con sus armas al corredor que venía detrás.
10. Malquisto.
Literalmente, “mal querido”, un malquisto es alguien tan odioso y aborrecible que es rechazado allá donde va. Sigue en la RAE como “mirado con malos ojos por alguien” y se usa en distintas formas y derivados desde el siglo XIV. Existe también como verbo: deja de enemistarte con alguien y empieza a decir que os habéis malquistado. Por lo menos suena más interesante…
11. Viceversa.
¿Usar la palabra “viceversa” para insultar a alguien? ¡Puedes hacerlo! Los viceversas son esas personas indecisas que no saben qué hacer o pensar, que acaban siendo contradictorios y cambiachaquetas (otro gran insulto, si lo piensas). Según cuenta Pancracio Celdrán en su Inventario general de insultos, el responsable de empezar a usar el adverbio como insulto fue el historiador Modesto Lafuente, que en el siglo XIX solía decir que “España es el país de los viceversas” para hablar de sus compatriotas ilógicos y contradictorios.
Lo conozco hace ya seis años y luego de este tiempo de trato
con él, he decidido que mi editor, Daniel Averanga Montiel, es un demonio de
inframundo disfrazado de alteño. Uno de esos raros bichos que solo a Jeff Long
se le pueden ocurrir y que parece haber emergido para dar testimonio del
infierno más elemental, casi lovecraftiano, del cual proviene.
Luego de largos ocho años de esfuerzo, finalmente el trabajo
de Daniel ha dado su primer fruto, traducido en el premio plurinacional de
novela “Marcelo Quiroga Santa Cruz”. Un veredicto por demás justo pues “La
Puerta” es un relato para el que Averanga se ha tomado todo el tiempo del
mundo. No lo maceró de la noche a la mañana, sino que fue producto de alcohol,
hostias, sudor y vesícula. De las 19 obras postuladas, el jurado integrado por Martín
Zelaya, Willy Muñoz, Andrés Laguna, Álvaro Pérez y Rodrigo Urquiola Flores,
decidió otorgar por mayoría simple el premio a la obra escrita por Daniel. ¡Y
ya era hora, carajo!
“El jurado destaca el trabajo polifónico en la estructura
narrativa que sostiene a esta novela y las pinceladas de humor negro”, señala
el acta del jurado. Y no es para menos, yo mismo aprendí la polifonía de
Averanga, no por nada es mi editor. Ha sido finalista en cuatro ocasiones del
Premio Franz Tamayo y publicado varias antologías con editorial 3600 y El
Cuervo. “Gritos Demenciales” y “Nuevos Gritos Demenciales” son dos esmerados trabajos
en pro de la narrativa de terror, compendios bien armados que Averanga impulsó con
toda la intención de afligir las almas de los mortales. “Vértigos”, antología
de cuento fantástico boliviano es otro trabajo disciplinado de Daniel que, como
antologador, logra sacar lo mejor de los autores a quienes llama a sus
antologías. Todo este curriculum sin duda habla de un compromiso con la
literatura. Conociéndolo, sé que ahora mismo Daniel debe estarse
regodeando con los elementales del infierno, abisales y ciempiés carnívoros en
la morada de Cthulhu; este merecido premio lo seguirá incentivando a llenar de
pánico las páginas del ideario literario boliviano. ¡Y que así sea! Sin
importar lo controversial que pueda ser él como autor, o su trabajo; más allá
de las antologías y las paranoias; este sujeto diabólico tiene una misión y un
compromiso con el caos. Eso es parte de la literatura de terror, es parte de lo
que escribe. Por eso, brindo esta noche propicia por el ganador del premio “Marcelo
Quiroga Santa Cruz”. Hágase la oscuridad.
Una mirada a la "nación" Supernova (Por Gaburah Lycanon Michel)
Es
bastante curioso asumir que en Bolivia se escribe bastante en comparación a lo
poco que se lee. Podría decir, sin ánimos de ofender, que la lengua castellana
alberga alguna clase de maldición patrocinada por la ignorancia de los pueblos.
Del 100% de hablantes de la lengua española, no más del 50% tiene hábito asiduo
de lectura en comparación a los hablantes de lengua alemana (muchos menos pero
más lectores), la lengua francesa, la lengua japonesa o inglesa. ¿Está el
español maldito? No, es una cuestión cultural. América Latina y España son
reductos de una cultura literaria vieja y rica cuyas sociedades no le dan el
valor que tiene. Mi editor suele decir: “si no tienes necesidad de leer,
entonces no leas”. Desde luego, yo discrepo categóricamente con tal afirmación,
pero no niego que algo de cierto hay en ella. Sin embargo, la literatura
castellana sigue avanzando y en Bolivia lo hace a un ritmo frenético. —No
mencionaré la cantidad de grandiosos títulos escritos en francés o inglés que
jamás se traducen al español—.
En un
sentido estrictamente cuantitativo, el corazón geográfico de Bolivia ha
empezado a mostrar grandes avances literarios en los últimos diez años. Nombres
como el de Edmundo Paz Soldán o Iván Prado Sejas ya tienen bastante tiempo
escribiendo desde una raíz arquetípica cochabambina —Cochabamba, región del
centro de Bolivia—, y en la década reciente han empezado a emerger nuevos
autores con ideas, también, innovadoras. Llamados por la localía y la
camaradería, los escritores cochabambinos tomaron la determinación de
confederarse bajo un pseudónimo grupal que poco a poco está escalando. El nuevo
colectivo recibe el nombre de “Supernova”.
Supernova
es una sociedad de escritores bolivianos que han enfocado todos sus esfuerzos a
la narrativa de fantasía, terror y ciencia ficción. Está compuesta por siete autores
de géneros diversos cuya concepción literaria puede vislumbrarse en la primera
antología de cuentos de la agrupación:
Vanessa Giacoman Landívar: Nacida en Cochabamba.
Licenciada en lingüística. Ganadora del Laurel de Oro 2012, Mención de honor
del concurso Plurinacional de cuento Adela Zamudio 2014. Se hizo de lectoría
con obras como “Luznar, el viaje misterioso”, novela infantil de fantasía; o “Sombras
siniestras” y “Antología de la sombras”, textos que se internan en las
oscuridades del terror. El trabajo de Vanessa explora ideas y situaciones
imbricadas de fenómenos sobrenaturales y místicos que vierten sus concepciones
de la existencia con el uso de un lenguaje claro y ágil. La locura de Giacoman
la hace más cuerda que muchos, desde mi ver; y es por esa razón que su
narrativa trata de hacer evidente aquello que a los ojos de los demás parece
esconderse —no, no hablo de una ontología axiomática ni mucho menos, sino del
valor mismo de las cosas—. Realiza obras de voluntariado para niños y jóvenes,
incentivándolos a escribir y leer.
Gonzalo Montero Lara “G-MON”: Nacido en Cochabamba.
Escritor, poeta, comunicador social, humorista, médico familiar y del deporte. Es
autor de textos como “Pétalos de sangre”, “Huellas de Luna”, “El misterio de
las Tres Tetillas” o “Viaje al fondo del bar”. Este pintoresco personaje
asemeja más a un alienígena infiltrado y registrado por los Men in Black. Durante la presentación de
la antología de Supernova no me habría extrañado ver a Will Smith (J) y Tomy
Lee Jhones (K), viniendo por G-MON debido a un trámite de migración de su
planeta. Su obra, al igual que él mismo, es una mirada a las posibilidades de
otros mundos, otros universos y otras realidades.
Dennis Morales Iriarte: Nacido en
Cochabamba. Biólogo, músico e ilustrador. Es autor de obras como “Venus
Reluciente”, “Nova”, “La Senda del Kharisiri” y “Waka–Waka”. Su obra, en lo
personal mi favorita en la antología de Supernova, es una mirada sociológica de
egrégoros alienígenas y hasta informáticos. Por su forma de narrar y la
orientación que le da a su narrativa tiene, a mi ver, una extraordinaria
semejanza con Jack Vance (etnólogo alienígena). Dennis sabe, o parece saber, la
manera en que las sociedades de otros mundos construyen sus vidas. En esa
óptica muestra al ser humano como una especie más entre las millones que pueden
estar habitando el universo en este momento, y no solo en mundos lejanos, sino
incluso en el nuestro. Después de todo, quién dice que la inteligencia
artificial de la red informática no ha cobrado ya vida propia. Para más
detalles, tendré una cita con Skynet en
la Matrix.
Iván Prado Sejas: Nacido en Cochabamba.
Escritor y psicólogo. Es autor de obras como “Amazonas, poder y gloria”, “Crepúsculo
en la noche de los tiempos”, “Samaypata” y “Hananpacha”. Iván hace ya tiempo
que viene siendo leído, por lo que sus años de trabajo valieron como cimiento
para el grupo Supernova. Su obra explora la cosmogonía andina, imbricada de la gnosis
ancestral, pero llevando la mitología a un nivel totalmente sobrenatural y
fantástico. No hablo de elegías épicas, como “La Ilíada” o “La Odisea”, sino de
una manera narrativa totalmente fluida. No es prosa poética la de Iván Prado,
sino una exploración profunda a las bases del mito andino en un lenguaje contemporáneo.
Todo ello en su aspecto cósmico, sobrenatural y místico.
Ronald Rodríguez Gonzales: Nacido en
Cochabamba. Magister en derecho de la empresa, músico y escritor. Premio nacional
de Literatura 2011. Coordinador de Supernova. Es autor de “Bolivia urgente” e “Hyperrealidad:
El evangelio de las profundidades”. Y siendo que esta página es sobre Sabiduría
Hiperbórea, puedo afirmar que el más hiperbóreo de todos los integrantes de
Supernova es, sin duda, Ronald. Su obra es capaz de identificar la Maya ilusoria de la realidad, internándose
en la mentira del Demiurgo y denunciando, conscientemente o no, la posibilidad
de fuga del Mundo Material y de las Formas Creadas. No creo que Ronald haya estado en contacto
con la Gnosis de Nimrod de Rosario, el Misterio de Belicena Villca ni nada
referido a la Sabiduría Hiperbórea; pero su trabajo me da fe que lleva un
Espíritu con afinidad hiperbórea. Debido a ello es que su narrativa logre,
desde la ciencia ficción, ver “más allá” de la matrix. En su trabajo, lleno de simbolismo, explora un género que migra
del cyberpunk al cybergrind.
Miguel Sequeiros Cardozo: Nacido en La
Paz. Administrador de empresas, escritor y, por lo que vi, aventurero. Es autor
de obras como “Sombras Siniestras”, “La eternidad del último abrazo”, “Sanguinum”
e “In Memoriam”. Tanto como compilador como autor, Miguel ha decidido ver cara
a cara las sombras de la maldad y el pánico. Lo suyo es el terror y logró
identificar en dónde se esconden los infernales elementales que aterrorizan el
alma de los bolivianos. Desde las minas de Potosí, Sequeiros nos trae un relato
brutal y macabro en la antología de Supernova; un texto que enfrenta al lector
con la perversión, la sangre y la muerte. Pero más aún, con ese dios, ese
Demiurgo, ese Jehovah-Satanás al que llaman “el Tío”. Un ser, o la faz de uno,
que vive en las minas bolivianas y que exige sangre, sacrificio y perdición
para dar veta. Es, sin duda, un relato con dejos hiperbóreos y con un matiz
escalofriante.
Ana Triveño Gutiérrez: Nacida en
Cochabamba. Licenciada en Comunicación Social y escritora. Es la autora más
prolífica de Supernova —y no es exagerar—. Lleva varios títulos publicados
hasta ahora, tales como “La Luna de Apolo”, “Cazador de Sombras”, “La Muerte
quiere morir”, “Sibelle para Benjamín”, “Canciones del corazón mojado” o “Recuerdos
del corazón perdido”. Su narrativa explora las posibilidades de situaciones
fantásticas que, a su vez, se inundan de misterio. Y si de misterio debo
hablar, su relato para la antología de Supernova abunda de enigmas. Lleva al
lector hasta las redes sociales —Facebook, estúpido Facebook—, y a la vida de
una muchacha normal, común y corriente que es acosada por entidades no tan
comunes ni corrientes. El mundo informático de Ana parece estar lleno de seres
que desean abandonar la matrix cibernética
para venir a la matrix realmente
material (la nuestra). ¿Para qué? Eso solo Triveño lo sabe.
Estos
autores, los reseñados en el presente artículo, han sido parte de la Antología
de Narrativa Fantástica y de Ciencia Ficción de Supernova. Son los miembros de
una nación, un egrégoro, un colectivo que está rastreando a otros autores
bolivianos que se ven en las tormentosas aguas de las letras. Un mundo
literario cuya rosa náutica apunta al norte del costumbrismo criollo, la
realidad cruda, el día a día y la desgracia pintoresca de la vida. Un mar donde
lo doméstico es lo natural, y donde el terror, la fantasía y la ciencia ficción
se están abriendo paso a la fuerza. Desde luego, ninguno de estos géneros es
nuevo ni mucho menos. En otras latitudes, la fantasía, el terror y la ciencia
ficción es lo que en Bolivia el costumbrismo criollo. Mientras los bolivianos
tenemos a un Augusto Céspedes o a un Franz Tamayo, los franceses tienen a un
Jules Verne o los greengos a un Edgar
Allan Poe. Pero en un sentido estrictamente local, los géneros emergentes bolivianos
son, lo que en otros países, tradición de fuerza inculcada por la necesidad de
ver “más allá”. No es que me “avergüencen mis polleras”, pero, es decir,
¡carajo! —valga el epíteto—, ya era hora que los bolivianos seamos más que
cholazos y nos convirtamos en alienígenas, fantasmas, demonios, entidades
informáticas o dragones.
Solo para
concluir, un brindis para los escritores que “las tienen bien puestas” y
apuestan por lo nuevo. Esperemos que Supernova crezca, avance, mute, evolucione
y siga realizando aportes valiosos que llenen las venas literarias (abiertas o
no) de Bolivia con esa nueva sangre fantástica, terrorífica y ficcional.
Pocas bandas han marcado época
como lo ha hecho Pink Floyd. La banda británica es hoy considerada como uno de
los referentes culturales del siglo XX. Se inició en las tendencias
psicodélicas de la música de los 70 y mutó hacia el rock progresivo hasta
llegar al New Opera gracias a sus
experimentos acústicos y el ensayo sónico. Es una banda conocida por sus
canciones con alto contenido filosófico. Y de todas sus obras, quizás una de
las más grandiosas y emblemáticas sea la legendaria Opera Rock titulada: «The Wall».
Obra dedicada a la
decadencia de la vida, «The Wall» vio
la luz en 1979 y fue compuesta casi en su totalidad por Roger Waters, extrayendo
también otros éxitos como «Comfortably
Numb» o «Run Like Hell»,
compuestos por Gilmour.
Más allá de las implícitas
connotaciones de la obra, cuya finalidad es denunciar los males de una sociedad
decadente basada en la más lúdica cultura de apología al sexo y las drogas, el
oscuro trasfondo de la obra subyace más allá del impresionismo crítico y se
traslada a un plano metafísico aún más sutil. Los martillos, los paramilitares
uniformados, el orden castrense, todos aquellos elementos que durante la
película parecen criticar las políticas fascistas de los años 40 y 50, son más
bien todo lo contrario; no una crítica en sí, sino un recordatorio no con la
intención de denunciar, sino de denotar.
Roger Waters se hizo una figura
aún más polémica desde el 2013 al empezar a denunciar al sionismo como catalizador
de los males mundiales. En ese respecto habló de «The Wall» como una catarsis a
los resultados de la Gran Guerra, implicando en entrevistas alguna clase de
afinidad con el Nacional Socialismo Alemán de finales de los años 30 e inicios
de los 40. Lo que puede dar interpretaciones inusitadas a la película «The Wall».
El simbolismo de la
obra no solo hace mención a una cultura fascista, sino que reprocha el
desatinado actuar de las células neonazis de su tiempo y las contrasta con el
original Nacionalismo europeo. La propia figura de Pinky —personaje principal
de la película—, se ve convertida, en sus laberintos mentales internos, en una
representación vívida de Adolf Hitler. La dicotomía abandona los facilismos
culturales del prejuicio y se adentra al origen arquetípico de los ismos.
Martillos cruzados, pero de
carpintero, haciendo una sátira del comunismo soviético. El pueblo con máscaras
saludando al líder, haciendo alusión al nazismo. El “dictador” tácito
convertido en drogadicto y estrella de rock frustrado por sus traumas de
infancia, caricaturizando al típico hombre de clase media y producido por el
paradigma liberal-capitalista; mayor logro de los aliados demócratas de la II
Guerra Mundial. «The Wall» resume a
los Soviéticos, Nazis y Aliados en una magnífica estratagema musical que, hacia
el final del filme, nos dice: “combatimos al enemigo equivocado”.
Las escenas psicodélicas de la
obra, haciendo apoplejía del sexo en toda su coital dimensión. La esposa
infiel. La madre posesiva. El maestro infame. La soledad y el abandono. El bullying
infantil. El pánico. La esquizofrenia. La total destrucción de la cordura. «The Wall» no solo nos habla de los
resultados del pasado, sino de las posibilidades de futuro y las premisas del
presente. Es un déjà vu agónico que no muere de facto, sino lentamente; con un
largo y estruendoso alarido. Es una advertencia para el que vive sin vivir, el
que hace sin hacer, el que habla sin saber. Por eso y mucho, mucho más, «The Wall» es una soberbia obra maestra. Musicalmente perfecta,
líricamente controvertida e icónicamente metafísica; en pocas palabras, una
legítima obra hiperbórea.
Soy declaradamente adicto a la narrativa de ciencia ficción.
Mas eso no constituye una limitante para explorar los géneros clásicos de la
narrativa boliviana. Pasearme por la obra de Saenz o Tamayo, por ejemplo.
Sea por culpa de Raúl Salmón o Augusto Céspedes, de alguna
forma mi contacto con el costumbrismo literario boliviano no ha sido del todo
muy grato. A decir verdad, le tengo cierto grado de alergia a la cultura
criolla que, al menos en el altiplano boliviano, ha mutado en la burguesía más
chola jamás soñada desde la revolución de 1952. Jamás dejaré de maldecir a
Víctor Paz Estensoro y al Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) por
ello. Oh, Paz Estensoro, el maldito bastardo hijo de puta jodió a Bolivia para
la posteridad. Pero fuera de los contextos políticos que hacen al costumbrismo
boliviano una suerte de paradigma descolonizador de arquetipos que jamás fueron
legítimamente coloniales, la narrativa boliviana es postora de una magnífica
precisión y meticulosidad a la hora de reflejar la realidad desde la
perspectiva del pueblo. En este orden me fue nutritivo y grato hallar la obra
de David Vildoso Lemoine.
«El árbol que llora sangre» es una novela romántica
netamente perteneciente al género de la tragedia “boliviana” (sin hacer
apología de la tragedia griega). Su estructura narrativa es de liviano porte,
lo que permite que su lectura sea sumamente fluida. El hilo conductor de la
obra orbita alrededor del amor de dos jóvenes, uno de ellos bastante
desgraciado por los designios, que hacia el final del relato se encuentra con la
certeza absoluta del cruel destino. Los ejes narrativos sostienen a la novela
dentro del marco del más descriptivo costumbrismo y con precisas pinceladas de
la coyuntura histórica del momento. Hablamos de los años de la Guerra Fría, las
dictaduras en América Latina, el terror al Comunismo y las consecuencias de la
Segunda Guerra Mundial a largo plazo en los procesos históricos
latinoamericanos. "Oír" del Che Guevara en la obra de David Vildoso no es una
sorpresa, pues su trabajo de revisionismo histórico sitúa a la obra en un
macrocontexto ideal para la reflexión sobre el pasado. Mas su óptica poco o
nada tiene que ver con los tintes políticos coyunturales, sino mas bien con su
profunda identidad boliviana. Por ello «El árbol que llora sangre» nos
transporta mágicamente hacia un aspecto rural de Bolivia que, al menos de cara
al extranjero, es desconocido.
Vista desde afuera, Bolivia es asociada con paisajes
altiplánicos y rústicas caras aymaras. David Vildoso Lemoine ha abandonado las
tierras altas y se ha internado en la cultura de los valles trasandinos donde
los elementos culturales, étnicos y sociológicos son harto distintos. En el
centro de Bolivia, departamento de Chuquisaca, existe el valle de San Pedro,
lugar donde la novela se desarrolla. Los magníficos paisajes y la forma de vida
natural de los pobladores enriquecen la lectura y encarrilan el relato en un
amor adolescente totalmente distinto al concebido por Isabel Allende o Gabo
Márquez (por decir algo). Esto significa, en pocas palabras, que el relato es
original. La forma descriptiva de David, la manera en que dice las cosas,
permite que la novela sea entretenida y fatalista al mismo tiempo. El misterio
de los personajes impide al lector abandonar la lectura hasta no haber resuelto
el laberinto de la historia. E incluso más allá, la desdicha de un romance como
el expuesto por Vildoso conlleva, en sí misma, una sensación de circunspección
y abandono. Lo que hace que la novela sea verdaderamente intrigante, muy propia
de los géneros reflexivos. Si de alguna forma podría comparar «El árbol que
llora sangre» con otras novelas, podría hacer la analogía con «Mi árbol de
naranja-lima», de Mauro de Vasconcelos; o «Marielena» de Benjo Chávez.
Sobre David Vildoso, el autor. Es un escritor emergente,
dotado para la narrativa y también amigo mío. He tenido la oportunidad de leer
otros trabajos del autor y estoy convencido que tiene valiosos aportes para la
literatura boliviana que, poco a poco, está mutando hacia nuevos puertos narrativos.
De verdad espero que las próximas obras de David gocen de la calidad que tiene «El
árbol que llora sangre», y que incluso la superen.
Esta mi opinión y análisis de la obra. La recomiendo mucho a
mis lectores y a quienes siguen este blog. No es una obra de corte hiperbóreo,
pero sí una aproximación a realidades demiúrgicas mimetizadas por el velo del
ruralismo. Una mirada a la tragedia de la vida y la comedia de la muerte y una
exploración profunda hacia uno de los arquetipos más peligrosos, viejos,
intrapolados y expandidos de la especie humana: el amor.
With the help of CERN’s Large Hadron Collider (LHC), an international team of researchers have found evidence of something physicists have spent decades hoping for – subatomic particles behaving in a way that defies the Standard Model. In particle physics, the Standard Model is the best theory we have for explaining how particles behave and interact; however, it is incomplete as it does not account for gravity. By using the LHC, researchers hope to observe conditions that violate the standard rules of particle physics.
The team of physicists looked at data collected from the LHC’s first run from 2011-2012 – a run made famous for the discovery of the Higgs boson – and found the evidence they were looking for: Leptons defying the Standard Model. Leptons are a group of subatomic particles comprised of three different varieties: the tau, the electron, and the muon. Electrons are very stable, whereas both the tau and muon decay very rapidly.
In the new study, the researchers combed through data looking for evidence of B mesons decaying into lighter particles such as the tau lepton and the muon. The Standard Model dictates that all leptons shall be treated by all the fundamental forces, a concept known as "lepton universality." This means both the tau and the muon should decay at the same rate, once the difference in mass is accounted for. However the team discovered a miniscule, albeit noticeable, difference in the rates of decay which could indicate the presence of potentially unknown forces or particles interfering with the rates of decay.
"The Standard Model says the world interacts with all leptons in the same way. There is a democracy there. But there is no guarantee that this will hold true if we discover new particles or new forces," one of the lead researchers, Hassan Jawahery, from the University of Maryland in the US, said in a statement. "Lepton universality is truly enshrined in the Standard Model. If this universality is broken, we can say that we've found evidence for non-standard physics."
These results compliment a similar discovery from the 2012 BaBar experiment conducted at Stanford’s Linear Accelerator Center (SLAC). The BaBar experiment also focused on B meson decay; however, unlike the LHC which smashes protons together, the SLAC used colliding electrons to drive their experiment. Despite the different methods, having two experiments with similar results is key, and suggestive of real physics.
Further experimentation is needed to confirm the latest findings. In April of this year, the LHC reopened following a two year hiatus for upgrades. Since the LHC came back online, researchers have observed record-breaking energy levels, and the team is confident that they will have a better chance of observing more particle behavior that defies the Standard Model and corroborates these findings.
"We are planning a range of other measurements. The LHCb experiment is taking more data during the second run right now," Jawahery stated in a statement. "Any knowledge from here on helps us learn more about how the universe evolved to this point. For example, we know that dark matter and dark energy exist, but we don't yet know what they are or how to explain them. Our result could be a part of that puzzle [...] If we can demonstrate that there are missing particles and interactions beyond the Standard Model, it could help complete the picture."
The findings will be published in the September 4 issue of Physical Review Letters.
An ancient nuclear reactor that was churning away 2 billion yearsago sounds like a fabricated myth. Maybe it's because the term reactor implies a manmade structure. Instead, the reactor is a region of natural uranium within the Earth's crust, found in Okla, Gabon. Uranium is naturally radioactive, and the conditions in this rocky area happened to be just right to cook up some nuclear reactions.
The natural reactor must have annoyed nuclear scientists: The first nuclear reactor to produce electricity started up in 1951, and this only produced a trivial amount of energy. The pile of rock in the ground in Okla,on the other hand, had created nuclear power around 2 billion years ago!
It was discovered in 1972, when some French scientists took uranium ore from the mine in Gabon to test its uranium content. Now, typically, uranium ore is made up of three types (isotopes) of uranium, each one with a different number of neutrons: Uranium 238, which is the most abundant, uranium 234, which is the rarest, and uranium 235, which nuclear scientists are most interested in because it can sustain nuclear chain reactions.
One would expect to find that the uranium ore is composed of 0.720% uranium 235 since that is the percentage found in other rock samples from the Earth's crust, the Moon and even meteorites. However, these French scientists found something fishy: The uranium sample only contained 0.717% of uranium 235. What might seem to be a minor discrepancy of 0.003% is very significant with regards to uranium.
That meant that, back at the mine, around 200 kilograms (around 440 pounds) of uranium 235 appeared to be missing. It hadn't been lost or stolen. Instead, this missing 0.003% had undergone nuclear fission and split into other atoms. This conclusion may very well have furrowed some brows since there are three very specific conditions that a reactor needs to churn out energy continuously. And as even scientists had struggled to create a nuclear reactor, it seemed unlikely that nature just happened to create one purely by accident.
Unlikely, but not impossible, because that is exactly what happened.
The conditions that the natural reactor happened to fulfill are as follows.
The first was owning a good percentage of Uranium 235 to fuel the reaction. While 0.720% might seem small, it's perfect for nuclear fission, and when the ore samples from Okla are compared to other samples from all over the world, it is likely that this was the percentage over 2 billion years ago when the reactor started.
The second conditionis a source of neutrons. Uranium 235 decays naturally into thorium and releases a neutron in the process. This neutron can then whoosh towards another Uranium 235 atom and start the fission process. Nuclear fission is when an atom breaks apart into smaller atoms, usually releasing energy in the process. This neutron fuses with a Uranium 235, and together they combine to form Uranium 236, which is unstable. The Uranium 236 is then overwhelmed with instability and splits, creating a variety of smaller, stable atoms and some neutrons. These neutrons can then happily shoot towards other atoms and continue the chain reaction.
The nuclear reactor had a supply of a regulating substance as well: a flow of natural groundwater. As the atoms started to split, they released neutrons as well as energy. The water would slow down the neutrons, but the energy would heat up the water. After a time, the water would get so hot that it would start to boil off. Eventually, enough of the water would have boiled away until there wasn't enough left in the reactor to slow down the neutrons. The neutrons started shooting off into the ground without reacting with anything, and the reaction would stop. Then, the natural flow of groundwater would trickle in until there was enough water to start the whole process again. This watery cycle probably continued for hundreds of thousands of years.
Sadly, all good days are numbered, even for a happy natural reactor: The levels of uranium 235 got used up and the level was too low to sustain any more meaningful reactions. The reactor eventually slowed to a stop, leaving only a few traces behind that it ever existed – including the enigma of the "missing uranium."
Según los expertos, no nos enseñan a tener una mente abierta
Muchos lo sospechaban, pero no había datos fehacientes. Al menos hasta ahora. Sin embargo, Robert Swartz -doctor en el «National Center For Teaching Thinking» estadounidense- acaba de desvelar que entre un «90 y un 95 por ciento» de la población mundial no sabe pensar adecuadamente. Según explica, la razón debe buscarse en las escuelas, donde se enseña a memorizar, pero no a razonar y a resolver un problema haciendo uso de la creatividad.
«Poca gente en el planeta ha aprendido a pensar de forma más amplia y creativa. […] El progreso de la humanidad depende de este pensamiento», ha determinado el experto. Swartz ha lanzado este dato apenas un mes antes de viajar a Bilbao, donde se reunirá el ICOT –el mayor congreso nacional sobre inteligencia- los días 29 de junio y 3 de julio. En él, este científico pretende demostrar que es posible reflexionar sobre el uso del pensamiento en las áreas de educación y deporte –entre otras-.
Concretamente, este experto en pedagogía educativa cree que actualmente existen múltiples formas para implementar el pensamiento y que ayudan a la población a «mejorar su forma de pensar». Swartz ha desvelado a su vez que la sociedad no sabe usar su mente por culpa, principalmente, de la escuela del siglo XXI, en la cual -aunque es completamente diferente a la de siglos anteriores- no se cambia la forma de educar a los más jóvenes.
Como solución para hacer que este dantesco porcentaje se reduzca, Swartz propone fomentar la comunicación desde la infancia, pues más de un 99% de los problemas del ser humano tienen un origen lingüístico. Por otro lado, considera que los colegios deben crear «sujetos activos» a la hora de aprender, y no pasivos. Es decir, capaces de pensar de manera crítica y no limitándose a recibir información. La clave, según él, radicaría en enseñar a las nuevas generaciones a «pensar de forma crítica».
En esta misma línea, Swartz cree que hay que fomentar la empatía en los más pequeños para que aprendan a valorar la opinión del otro, el trabajo en equipo y que sepan amoldarse a la mayoría.
El Gran Colisionador de Hadrones (LHC), el acelerador de partículas de la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN), revoluciona a la comunidad científica con cada uno de sus hallazgos. El CERN, autor del descubrimiento del bosón de Higgs, el próximo mes encabezará un experimento sin precedentes al hacer chocar entre sí partículas subatómicas casi a la velocidad de la luz en un esfuerzo por recrear las condiciones inmediatamente posteriores al 'big bang'.
El periodista de investigación y escritor estadounidense Robert Bridge ha recopilado 10 datos acerca del Gran Colisionador de Hadrones (LHC) del CERN en un intento de aportar claridad sobre los controvertidos objetivos que se prevén lograr.
1. EL Gran Colisionador de Hadrones (LHC) del CERN es la máquina más grande del mundo
A caballo entre Francia y Suiza, el complejo colisionador del CERN, que costó 9.000 millones de dólares, está situado a una profundidad de 175 metros y su complejo de túneles discurre a lo largo de 27 kilómetros de circuito. Los científicos involucrados en el proyecto afirman que el laboratorio fue construido bajo tierra debido a que la corteza de la Tierra ofrece protección contra la radiación.
2. Fuerza gravitatoria masiva
El colisionador del CERN está compuesto por unos 9.600 'superimanes' —100.000 veces más potentes que la fuerza gravitacional de la Tierra— que disparan los protones hacia una pista circular a velocidades alucinantes. "Un rayo puede rotar hasta durante 10 horas, viajando a una distancia de más de 10.000 millones de kilómetros, lo suficiente como para llegar a los confines de nuestro Sistema Solar y volver", cuenta Bridge.
Las bobinas de los imanes están compuestas por 36 hebras enrolladas de 15 milímetros, cada una de ellas compuesta a su vez por entre 6.000 y 9.000 filamentos individuales que tienen un diámetro de 7 micrómetros. La longitud del colisionador requiere 7.600 kilómetros de cable, lo que equivale a unos 270.000 kilómetros de hebras (suficiente como para rodear la Tierra seis veces por el Ecuador). Según el sitio del CERN, si se desenredaran los filamentos, podrían "estirarse hasta el Sol y de vuelta cinco veces y aún sobraría para unos cuantos viajes a la Luna".
3. El CERN genera temperaturas extremas
Según el sitio web del CERN, al hacer chocar dos haces de iones pesados (un evento científico que tendrá lugar el próximo septiembre) se recrearán las condiciones de temperatura que tuvieron lugar en el universo después del 'big bang' (más de 100.000 veces la temperatura del interior del Sol).
4. Stephen Hawking está preocupado por su potencial peligro
"La 'partícula de Dios' encontrada por el CERN podría destruir el universo", escribió Hawking en el prefacio del libro 'Starmus', una colección de conferencias de científicos. El físico alerta de que el bosón de Higgs podría volverse inestable a niveles muy altos de energía, lo que podría causar el colapso instantáneo del espacio y del tiempo.
Pero Hawking no es la única voz que predice una posible catástrofe si el CERN continúa en el carril de la aceleración atómica. El astrofísico Neil de Grasse Tyson sostiene que este experimento podría hacer que el planeta "explote", mientras que Otto Rössler, profesor alemán de la Universidad de Tubinga que presentó una demanda contra este laboratorio gigante, afirma que esta instalación podría desencadenar la formación de un pequeño agujero negro que, en caso de descontrolarse, podría destruir el planeta.
5. ¿Abrir una puerta a otras dimensiones?
Un año después de la gran inauguración del CERN, Sergio Bertolucci, exdirector de Investigación e Informática Científica de la instalación, afirmó que el colisionador podría abrir puertas a otra dimensión en "un lapso de tiempo muy pequeño" (fracciones de segundo), añadiendo que quizá fuese suficiente "para mirar en el interior de esa puerta abierta, para obtener o enviar algo".
Este comentario generó entre la comunidad científica una preocupación relacionada con el riesgo existente de que el colisionador 'invite' por error a nuestro mundo a visitantes no deseados de otras dimensiones espacio-temporales.
6. El logo del CERN
"Voy a dejar que sea el lector con su imaginación quien determine si el equipo de relaciones públicas del CERN abrió la puerta a conjeturas —por no hablar de la gran cantidad de teorías de la conspiración— al optar por el particular diseño del logotipo", afirma.
7. La curiosa elección de la localización geográfica
De entre todas las especulaciones y teorías conspiranoicas que rodean el Gran Colisionador, destaca la relacionada con su ubicación en Saint-Genis-Pouilly, una comuna francesa en la región de Ródano-Alpes. Muchos apuntan a que el lugar escogido no es casual, debido a que 'Pouilly' viene del latín 'Appolliacum' y se cree que en la época romana existía en ese lugar un templo en honor a Apolo con una puerta de entrada al inframundo.
"Los líderes religiosos —siempre recelosos de los objetivos del mundo científico— establecieron una conexión con un verso sacado de las Revelaciones (9: 1-2, 11), que hace referencia al nombre 'Apollyon'. El versículo dice: 'A él se le dio la llave del pozo del abismo. Y él abrió el pozo del abismo (...) Y tienen por rey sobre ellos al ángel del abismo, cuyo nombre en hebreo es Abadón, y en griego Apolión'", cuenta Bridge.
8. En busca de la materia oscura
El CERN se ha involucrado en la carrera por encontrar las esquivas partículas o fenómenos responsables de la materia oscura (23%) y la energía oscura (73%). "En esencia lo que el experimento del CERN espera lograr es separar a través del acelerador de partículas la materia oscura invisible, que ha sido descrita como el pegamento de unión, de la visible. Solo hay un problema: nadie sabe cuáles serán las consecuencias si se logra ese objetivo", destaca.
9. Una deidad de la destrucción como mascota corporativa
Aunque la mayoría de las compañías evitan cualquier conexión con la religión y el mundo espiritual, el CERN ha escogido como mascota a un dios hindú. Justo a las afueras del edificio se encuentra una antigua estatua de Shiva, antigua Apollyon, el dios de la destrucción.
10. No hay debate democrático
En vistas a su próxima colisión atómica, que está programada para el próximo mes, apenas se ha mencionado a los medios de comunicación los riesgos que podrían estar implicados, a pesar de que gran parte de la comunidad científica alerta de que podría ser más peligrosa incluso que las pruebas que se realizaron previamente a la introducción de la bomba atómica.
"Por desgracia, e irónicamente, el CERN —que esencialmente se gobierna a sí mismo como su feudo— funciona de manera tan invisible como las partículas que intenta estudiar", sentencia Bridge.